ALGUNAS DIVERSIONES
Estas eran algunas de las diversiones más populares en nuestra comarca durante el siglo XVII. Toros. En los siglos XVI al XVIII, las corridas de toros, organizadas por el Ayuntamiento, eran en Irun el principal acontecimiento en las fiestas patronales y celebraciones extraordinarias. Habitualmente tenían lugar dos funciones el día de San Pedro y/o siguientes, y otras dos en el mes de septiembre. Bailes. Existen referencias de que en 1605 y 1620 tenían lugar en Irun danzas que se interpretaban con palos arqueados en la festividad del Corpus. En 1625 se dice también que en la mencionada festividad hubo danzantes con espadas, dato que queda reflejado por los 20 reales que cobraron los actuantes. A pesar de que un siglo antes San Ignacio de Loyola hubiera reconocido la necesidad e bailar como un acto positivo e intrínseco del ser humano, la Iglesia, en su afán del aumento de la devoción, fue asociando el baile con pecado. Como consecuencia de ello la participación de las mujeres era prácticamente nula. Solo en algunos lugares de nuestra geografía ejecutaban ellas la “etxe andre dantza”, y únicamente después de que los hombres llegados de fueran hubieran abandonado la localidad. En el siglo XVII las danzas tenían una función social. Algunas de ellas como el “aurresku” o la “soka dantza”, constituían a veces un acto de hermanamiento entre localidades cercanas. Además. A estos bailes eran invitadas las máximas autoridades locales, por lo que podía considerarse como una especial forma de acercarse a las elites políticas del momento. También eran apreciados por los baserritarras habitualmente alejados del núcleo principal durante muchos meses al año, por lo que suponían para ellos relacionarse con el resto de los vecinos y gentes llegadas de otras partes. La “espata dantza” que data del siglo XIV, tiene al parecer su origen en la costumbre medieval de salir a la calle para mostrar las armas de cada uno. Otra es la “kaxarranka”, originaria del siglo XVI, y que bailaban los pescadores para pedir que el mar siguiera dando sus frutos. En algunos lugares fue también prohibida por la Iglesia, pues no aceptaba que uno de los danzantes representara el papel de San Pedro.
Imagen superior: Toros en la plazoleta del Juncal
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