INCENDIOS


Siempre se ha dicho que, con el incendio del 4 de septiembre de 1936, Irun  vivió la mayor tragedia urbana de su historia.

Pero antes hubo otros que merecen ser recordados.

 

 

 

Recreación del incendio iniciado en la noche del 26 de abril de 1859, que afectó al casco antiguo.

(Archivo Municipal de Irun).

 

Podemos imaginar las desvencijadas viviendas del casco viejo de mediados del siglo XIX, habitadas por gente que trabajaba en sus huertos cercanos y que, en sus cuadras de la planta baja, guardaba hierba seca y helechos para su ganado; elementos muy  combustibles.

 

A las doce y media de la noche del 26 de abril de 1859 se desató un violento incendio que redujo a cenizas un buen número de edificios.

El fuego comenzó en la casa núm. 7 de la calle Larretxipi y se extendió hacia abajo, en dirección de la plaza de Urdanibia.

El incendio de esta vivienda fue rápidamente sofocado, no así el de otras casas de la misma calle y también las de la calle Jesús. Debido al fuerte viento que soplaba en dirección a la casa consistorial, a su tejado también llegaron las llamas que fueron sofocadas.

Peor suerte corrió la casa del núm. 6 de la calle Mayor que ardió totalmente. El viento perdió intensidad y pudieron salvarse el resto de las viviendas.

 

 

Edificios de la calle San Marcial tras el bombardeo carlista. Año 1874.

(Colección de Ramón Guirao)

 

En noviembre de 1874, durante la tercera  guerra carlista, Irun sufrió un bombardeo.

Cuenta el historiador local Antonio Aramburu, que fueron más de 4.500 disparos entre bombas y granadas, que produjeron cinco muertos y varios heridos, once casas destruidas por las llamas y más de treinta destrozadas que resultaron inhabitables.

Se dio la circunstancia que el suministro de agua había sido cortado por los sitiadores carlistas, viéndose los vecinos obligados a sofocar los incendios con tierra, arena e, incluso en algunos casos, con la sidra que guardaban en sus ‘kupelas’ para el consumo familiar.

 

 

 

 

4 de septiembre de 1936.

Desde la playa de Hendaya,  el aspecto de Irun ardiendo era dantesco. El humo parecía haberse tragado la ciudad.

(Archivo Municipal de Irun).

 

Buena parte de las mansiones de la la época fueron pasto de las llamas: el palacio de Arbelaiz; el palacio de Aquilino Rodríguez, en la calle Zubiaurre; la casa de los Olazabal, en el alto del mismo nombre...

También resultaron afectados edificios de signo religioso: el colegio de El Pilar, el de La Salle que estaba junto al Ayuntamiento, la residencia de los PP. y, parcialmente, el Convento de las Siervas de Jesús.

Se quemaron también varias sucursales bancarias, el Hotel Palace, 47 agencias de Aduanas, varios depósitos de automóviles…

 

Fuente: Boletines de L.U.K.T