SALUD E HIGIENE |
En el año 1774 el Ayuntamiento de Irun contrató los servicios de un cirujano. Se llamaba Martín Darraigoa y era natural de Ascain (Iparralde).
Antiguo grabado. Médico atendiendo a un enfermo.
Aquel cirujano se comprometía asistir a todos los vecinos de Irun, quedando fuera de su contrato, entre otros, “las heridas a mano armada, partos, mutilaciones y el afeitar”. Es posible que se refiera a que, en aquel entonces, la profesión de cirujano, como la de dentista, llevara aparejada la de barbero.
En épocas anteriores (siglo XVII), en la mayoría de los casos enfermar suponía pasar a mejor vida, ya que la atención médica era casi inexistente. En 1625 el número de médicos en toda Guipúzcoa era de diecisiete.
El miedo a la peste era importante. Ante el nuevo brote detectado en el sur del país, las autoridades de Irun, acordaron el 14 de enero de 1649, "poner gente de cuidado y asistencia en diversos puntos y caminos".
En cualquier caso, las condiciones higiénicas de nuestros antepasados dejaban bastante que desear.
El Concejo de Irun, con fecha 24 de Agosto de 1646, prohibía que los cerdos anduviesen por la calle, permitiendo que fueran matados por los vecinos que los encontrasen dentro del pueblo. Otra resolución de 1656 se hacía extensiva al ganado vacuno.
En la popular fuente de Santa Elena, en 1679, el Ayuntamiento de Irun decidió prohibir que las mujeres fueran a lavar tripas de ganado y “otras cosas que no es bien que se tolere”. No sabemos si como consecuencia de aquella práctica o de alguna otra de similar, en 1684 se produjera una gran mortalidad en los meses estivales, supuestamente debida a algún brote infeccioso gastrointestinal.
Instrumental quirúrgico de comienzos del S.XVIII
|