EL ROBLE DE ARTIGA |
A mediados de los noventa una conocida constructora presentó el proyecto de edificación de una urbanización en las cercanías de la zona de Artia.
El roble de Artiga en la calle que lleva su nombre.
Desconocemos si el proyecto inicial de la urbanización contemplaba la zona ajardinada en la que se aprecia en la fotografía y en el plano que ofrecemos más abajo.
El motivo de la posible modificación no era otro que la existencia de un ejemplar de un impresionante roble que ronda los 15 metros de altura, una especie de larga vida que puede superar los 1.000 años, y que corría peligro ante las obras próximas a realizarse.
Así se deduce de una carta publicada en 1994 El Diario Vasco en la que Pedro Gómez Campillo, fallecido en 2006, solicitaba que el roble no fuera abatido.
Desconocemos la influencia que aquella misiva pudo tener, pero el caso es que el árbol no fue talado y hoy día se mantiene frondoso y pujante dando nombre a la calle en la que se encuentra: “Artigako Haritz kalea”, en una zona ajardinada de los bloques de viviendas junto al paseo de Blaia.
Plano de la zona. Es posible que, debido al árbol en cuestión, el proyecto diseñado en 1995, difiera en algo con el que finalmente se llevó a cabo.
El nombre de Artiga viene dado por una de las viejas casas solares de Irun. Se encontraba al comienzo de la dura pendiente que conduce al cementerio de Blaia. En el Archivo Municipal de Irun aparece ya citada en 1658, siendo su dueño Miguel de Tompes y Artiga.
Retrocediendo unos siglos en la historia, cuenta Antonio Aranburu en su libro 'Los siete barrios de Irun', que, en 1701, la geografía que ahora se extiende en este lugar de Artiga, era totalmente distinta. Inundados muchas veces por las aguas, lo arrendadores de estos terrenos tenían la obligación de 'limpiar la acequia' hoy conocida como regata de Artiga.
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