ESTRAPERLO


 

Entre nuestros breves relatos no podía faltar el dedicado a la ‘introducción de mercancías sin pagar los derechos de aduana’, dicho de otra manera al contrabando; aunque deberíamos llamarlo estraperlo, ya que vamos a dedicar buena parte de estas líneas al que se producía fundamentalmente en el entorno de la posguerra.

 

 

 Puente Internacional en 1940.

(Archivo Municipal de Irun)

 

Durante la Guerra Civil (1936-1939) las fronteras estuvieron cerradas y el país entero quedó aislado, lo que generó una gran escasez de productos. Estaban racionados y debían adquirirse mediante una cartilla que daba derecho a ciertas cantidades del producto por persona.

 

Aquella circunstancia dio origen en los años siguientes al estraperlo, que en aquel contexto se hacía fundamentalmente para paliar el hambre y que tuvo gran peso en la economía familiar.

 

Ello no significa que hubiera otro tipo de contrabando, como piezas para la industria, igualmente necesitada.

 

El contrabando a gran escala estaba en manos de los hombres; el pequeño, de supervivencia, en el de las mujeres: las conocidas como "trapicheras".

 

Recoge Luis de Uranzu en uno de sus libros que, en aquellos años, las trapicheras eran todas de nuestra zona, y se refiere a una conversación entre dos mujeres andaluzas en Irun: "Ya le he escrito a mi tía que venga pronto a Irun, porque aquí se gana paseando".

 

Un buen número de hombres y, a este nivel, sobre todo de mujeres se encargaba de traer las mercancías, en su mayoría alimentos, desde el campo a la ciudad. En nuestra comarca adquirían a cambio, cosas de las que carecían en el medio rural, como medicamentos o tejidos.

 

En cada momento destacaba aquello que resultaba escaso, de calidad inferior o que estaba de moda en Europa pero no llegaba a la península, como puntillas, sacarina, yogures, las vajillas duralex, Ricoré, café y posteriormente los pantalones Levis y los equipos de música en los años 70.

 

En este pequeño contrabando en Irun  había mujeres que se dedicaban a ello profesionalmente. Algunas han relatado cómo hacían varios viajes al día a Hendaya.

 

 

 Racionamiento.

(Ilustración de José Carlos Sampedro).

 

También era común encontrar a bastantes mujeres en el lado francés esperando que, en algunos casos, el cambio de turno hiciera entrar al trabajo al policía que, mediante el pago de una “comisión”, estaba dispuesto a hacer la vista gorda.

Por cosas pequeñas el castigo era económico, por grandes, la cárcel.

 

A otro nivel, no vamos a negar que existiera también el contrabando de personas. Cuando los nazis ocuparon Francia, los contrabandistas ayudaron a los judíos a pasar la frontera de Irun hacia el sur. Sin olvidar a aquellos portugueses en su aventura de cruzar la frontera para ir al norte…

 

Fuentes:

·       "El contrabando en Irun (1936-1954)". Daniel Fernández, Unai Garin y Gelaxi Goikoetxea .

·       Página web del Ayuntamiento de Irun.