El 31 de agosto de 1813, tuvo lugar en Irun la conocida como Segunda Batalla de San Marcial.

El principal ataque francés se produjo en las faldas del monte Aldabe, espacio que defendían las tropas españolas del General Freire. Entre ellas el Batallón de Guipúzcoa, formado por guerrilleros entre los que se encontraba Tomás Zumalacárregui.

Traslado de Tomás Zumalacárregui en un sillón, tras resultar herido en una pierna.

(Colección de Ramón Guirao)

Años más tarde, durante la Primera Guerra Carlista, concretamente el 10 de junio de 1835 los carlistas empezaron a sitiar Bilbao bajo el mando del entonces general, Tomás Zumalacárregui, quien durante la contienda, recibió una bala rebotada en la pierna.

La herida no parecía grave.

Inmediatamente fue transportado en un sillón a Cegama, pero Zumalacárregui ordenó que le tratara un peculiar curandero amigo suyo conocido como Petriquillo, que poco sabía de la medicina más moderna de aquella época, y le practicó dos sangrías con sanguijuelas.

En contra de lo que recomendaban los médicos, Petriquillo le extrajo la bala…

Zumalacárregui falleció el 24 de junio, sin que nadie hubiera sido capaz de convencerle de no regresar a Cegama, ni de no fiarse de su compañero e inexperto curandero.

Medalla otorgada a Zumalacárregui

por su brillante actuación en la batalla de San Marcial.

(Colección de Ramón Guirao).