MINAS ROMANAS


 

Durante los siglos I y II los romanos estuvieron asentados en la comarca del Bidasoa  y más concretamente en las inmediaciones del macizo granítico de Peñas de Aia, único existente en el País Vasco, donde construyeron un buen número de galerías para la extracción de diferentes minerales.

 

 

Mina romana.

(Ilustración J.Hermida)

 

El procedimiento de extracción era el siguiente: una vez localizado el filón de mineral, iniciaban la excavación siguiendo el curso del mismo.

En otras ocasiones, para encontrarlo, excavaban un túnel  descendente con escalones, y una vez localizado empezaban con la galería.

Del tipo y tratamiento que daban al mineral extraído sabemos que fundamentalmente se trataba de galena que, una vez en el exterior era triturada, posteriormente fundida y a través de un proceso denominado copelación se separaba la plata del plomo.

 

Para el trabajo en las galerías probablemente disponían también de elementos rudimentarios de protección: una especie de casco fabricado con esparto trenzado, del mismo material con el que fabricaban los capazos de transporte de material. Iban vestidos con una túnica corta de lana atada a la cintura con una cuerda. Algunos fragmentos de estas pequeñas vestimentas han sido descubiertos en Irun.

 

Para localizar los filones  se valían de la observación de la vegetación y de la superficie y para abrir las galerías utilizaban un método ingenioso; hacían fuego con madera junto a la roca para que esta se calentase, de esta forma se resquebrajaba y al golpearla saltaba en pedazos. 

 

El método para distinguir las galerías romanas de otras abiertas en épocas posteriores es sencillo. Basta con fijarse en la estrechez de las primeras.

 

En el supuesto de que posteriormente se sondeara a través de una galería romana ya existente, agrandando el ancho de la misma, el techo romano ha perdurado en la mayoría de los casos dejando una muestra inequívoca de su origen.

 

 

Mina Zubeltzu, en las Peñas de Aia.

 

Permitían justamente el paso de un hombre con su capazo al hombro. En  las demás basta con contemplar las paredes laterales. Los excavadores romanos las dejaban casi pulidas, en tanto que los modernos mineros fueron más toscos en sus acabados.

 

 

Como complemento de este modesto trabajo y para quienes estén interesados en saber más sobre la presencia romana en Irun y ver los restos que estos dejaron a su paso por nuestra comarca, pueden acercarse hasta el Museo Oiasso donde, a través de vídeos interactivos, maquetas y restos arqueológicos se ofrece una muestra de la minería romana.