Juan José Mitxelena
Una de las prácticas más habituales en la historia del arte en la pintura, es la que usa como soporte un muro o una pared. En ocasiones el arte está en la calle, a la vista de todos, como en el Barrio de Anaka sin ir más lejos. Pueden comprobarlo si se animan a dar un breve y relajante paseo por el coqueto poblado de Casas Baratas. En la parte alta de la calle Infanta Eulalia se toparán ustedes con villa "Taina" y sus originales pinturas sobre alguna de sus fachadas. Es allí donde habita, junto con su mujer Brigitte, el autor de los murales, Juan José Mitxelena. Estudió en el colegio La Salle de Irun en los difíciles años de nuestra guerra civil y este hecho le dejó marcado. Así nos lo contó. El rojo elegido por su padre durante la contienda no parece que fuera el preferido del dictador, y la autoridad militar de entonces se encargó de recordárselo a la hora de incorporarse a filas. Juanjo tampoco se lo puso fácil porque fue declarado prófugo. Ocurrió de forma casi inconsciente. Junto con su amigo Emilio Velasco se presentaron voluntarios a Aviación, algo que les apasionaba, pero a su amigo le aceptaron y a él no. Disgustado marchó Francia donde estuvo un par de años. Pasado ese tiempo volvió y nada más pasar la frontera le detuvieron y terminó en Ceuta de donde no pude salir hasta pasados dos años y medio. Ni un solo permiso. Volvió a la península y tras un tiempo en Irun decidió regresar a Francia donde permaneció otros seis años. Fue en el país vecino donde Juanjo continuó sus estudios, concretamente en el colegio Saint Genés de Burdeos. Alternó estudio y trabajo, sin desatender otras actividades, entre ellas la pintura. Al mismo tiempo se aficionó al "bel canto" y estudió arte dramático y canto durante cuatro años. Le encantaba la opereta vienesa. Tuvo la ocasión de interpretar, como tenor lírico, varias obras conocidas. Recuerda con especial cariño una actuación con la compañía del Teathre d'Art de Bordeaux. En una de sus vacaciones conoció a una guapa portorriqueña, Brigitte. En 1959 se fueron a Puerto Rico y allí se casaron. En el Caribe, entre su país de adopción y las Islas Vírgenes pasó nuestro hombre buena parte de su vida. Le fue bien en los negocios. Fue él quien introdujo la marca de aparatos electrónicos ' Sony' en Puerto Rico. No desaprovechó ninguna otra de las oportunidades que se le presentaron. Allí obtuvo varios títulos de piloto y más tarde se hizo instructor de vuelo. Una de sus aficiones preferidas es la pintura. Ha cambiado repetidas veces de estilo y en un momento determinado, una marchante de arte, Karmen Arazuria, se encargó de vender en Nueva York buena parte de sus obras. Fueron bastantes. Todavía mantiene contactos telefónicos con ella y le invita a enviarle nuevos trabajos, ahora desde su casa en Anaka. En una parte del amplio garaje habilitada como estudio de pintura, encontramos a Juanjo trabajando en un lienzo en el que aparecen algunos de sus amigos. Nos muestra luego cuadros y más cuadros colgados aquí y allá. Todos tienen su pequeña historia y su momento. Y las pinturas del exterior, las de las fachadas de su casa. Las hizo a principios de los noventa y ahí siguen. La más grande representa diferentes paisajes a lo largo de las cuatro estaciones. El resto son flores y diferentes temas que se le ocurrieron sobre la marcha. En su opinión era una forma de vestir la calle" Observamos que las leyendas del más grande de los murales están en euskera. Es que nuestro artista es de la opinión de que hay que combinar entretenimiento con conocimiento y por eso dedicó seis años a aprender euskera en AEK, hasta llegar a hablarlo correctamente. Tan bien o mejor que el inglés o el francés, idiomas ambos que domina. A las numerosas habilidades que adornan a nuestro artista, añadan ustedes las de políglota.
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