LA BATALLA DE SAN MARCIAL Y EL PASO DEL BIDASOA   1813

 

CAPÍTULO 10

 

 

Una vez reunidas las tropas francesas en la orilla izquierda del Bidasoa. Soult, intentando desquitarse de la derrota que acaban de sufrir, ordena otro ataque sobre la línea de San Marcial, llegando a concentrarse nuevamente en la altura de Irazábal.

Freire, viendo los movimientos de los franceses, refuerza sus posiciones con la llegada de los hombres de las brigadas de Castañón y Ezpeleta, a los que se unen también los batallones de Ugartemendía que llegan a las alturas de San Marcial.

Mientras, los imperiales no cesan de incomodar con el continuado fuego de sus baterías, desplegando sus guerrillas hacia la garganta de Saroia y cima de San Marcial; pero la artillería ligera de Freire consigue despejar de franceses la altura de Irazábal.

Rechazado su ataque, los franceses redoblan sus esfuerzos dirigiendo sus columnas oblicuamente desde Erkasti a San Marcial, pero la carga de los voluntarios de Joaquín Ortíz de Zárate y los granaderos de José María Carrilo, obligan una vez más a los imperiales a buscar refugio entre los árboles del bosque con muy sensibles pérdidas.

En tanto, en Portu, a la izquierda de San Marcial, las fuerzas francesas al mando del general Guy, alcanzan la cresta de las alturas de San Marcial, junto a la ermita, pero los aliados les hacen descender rápidamente hacia el río. Los certeros fuegos de los artilleros al mando de Lóriga y Zuazo causan estragos entre los soldados napoleónicos en retirada.

Freire considera que sus tropas se ven superadas en número por las francesas, por lo que pide a Wellington que le envíe refuerzos ingleses, pero el duque, que observaba el desarrollo de la batalla desde un manzanal del caserío Puyana en Anaka, le dijo que no, asegurándole de que sus tropas serían capaces de repeler en ataque.

Y así fue.

 

 

Ermita de San Marcial (Hacia 1900).

 

 

 

(Continuará…)