CAPÍTULO 12
Cuenta Ramón Guirao en su libro que en la acción del ataque francés a Biriatu se distinguieron dos mujeres, una española y otra francesa.
La española era la esposa de José Díaz, de la compañía de Úbeda. Se encerró en la iglesia para atender a los defensores, darles municiones y auxiliarles en lo que podía. El rey le concedió, por el valor que demostró y los servicios que hizo en aquella jornada, una pensión vitalicia consistente en la mitad del prest (parte del salario que se le entregaba en mano semanal o diariamente a un soldado) de su marido, que resultó gravemente herido y el total si este fallecía.
La francesa era Rose Barreau, llamada luego Libertad Barreau, esposa de un granadero y que se había enrolado en su misma campaña. Según la Tour d’Auvergne “se comportó mejor que un hombre” en el ataque a la iglesia en el que sus esposo cayó herido. Fue recompensada con 300 libras y autorizada a seguir en el ejército hasta que fue licenciada en septiembre de 1793.
Sólo podía haber dos cantineras y cuatro lavanderas por batallón, pero Rosa Barreau debió eludir esa ordenanza.
Aunque no en la acción de Biriatu, otra de las mujeres que aparecía en los combates era la esposa de Ventura Caro, mariscal de campo y capitán general del ejército de Guipúzcoa, quien no perdía de vista a su marido, para seguirle con el telescopio en mano, sin que la distrajese el fuego de los cañones ni las bombas que caían.
EJÉRCITO ESPAÑOL. CABALLERÍA DE LÍNEA Y DRAGONES. Arriba: Sargento 1º del regimiento de Caballería de Farnesio Abajo: Dragón del regimiento de Dragones de la Reyna.
(Ilustración: Francisco Vela)
(Continuará…)
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