En el dintel de una de las puertas de acceso al casino puede leerse "1932 - 1994", dos fechas clave en la ajetreada vida del Casino Recreativo Cultural de la Barriada de Casas Baratas la Irunesa, que fue su primera denominación. La primera de ellas, 1932, corresponde al año de su fundación. En su interior, una vieja foto de la época da fe de ello, y en la misma posan orgullosos los primeros socios, arropando a la junta directiva presidida por Florencio Iracheta.

El edificio del fue diseñado por el arquitecto Luis Vallet y el constructor fue Antonio Ibargoyen.

La segunda fecha, 1994, tiene que ver con la última e importante reforma que se hizo en el edificio y que se mantiene hasta ahora. Pero entre 1932 y 1994 fueron muchas las vicisitudes y anécdotas, algunas de las cuales merecen ser contadas.

Apenas habían transcurrido 4 años desde su apertura, cuando la guerra civil echó por tierra los proyectos de sus fundadores. Tras la contienda, el edificio pasó a otras manos que dieron al recinto un uso, si no indebido, al menos de lo más variado. Según consta en una de sus actas, el 23 de Marzo de 1955 se dan los primeros pasos para reabrir el casino. A tal efecto se constituyó una junta presidida por Francisco Sánchez, conocido empresario de la fábrica "Sancheski", actuando como secretario Dionisio Rojas y Bernardino Cía como tesorero. Las primeras reuniones tuvieron lugar en las antiguas escuelas del Barrio, en un primer intento de "recuperar" el edificio. Se suscribieron acuerdos con el Ayuntamiento y  a cambio de determinadas actuaciones municipales, parte del edificio quedó convertido en escuela pública para los más pequeños. Una muestra alguna de las desinteresadas aportaciones de sus socios, es la artística vidriera, obra de José Luis Alonso, con el emblema del casino y su inscripción en euskera "Anakako jai biltzar", símbolo de una de las asociaciones más emblemáticas del Barrio de Anaka y punto de encuentro y diversión de un buen número de vecinos.

En diciembre de 2016 la Cofradía Anaka y el Casino firmaron un Acuerdo de Colaboración.

Sus principales objetivos son mejorar los vínculos personales entre ambas asociaciones   y la unión de recursos  para la organización de actividades que redunden en la promoción y mejora del Barrio y su entorno, pudiendo igualmente llevar a cabo cuantas iniciativas tiendan al fomento de los valores culturales, sociales, musicales y gastronómicos.