LETXUNBORRO

 

 

Otro de los viejos caseríos de Anaca, ya desaparecido, que ha dado su nombre a todo el paraje y al actual grupo de casas que se edificaron tras ser derribado.

Su primitiva denominación fue Lechumberra.

Fue construido el año 1551 por Lázaro de Berceo, con un manzanal y una pieza de tierra para sembrar junto al manantial llamado Lechumberro. Desde entonces, hasta finales del siglo XVII se denominó Lechunberro.

 

Lechumborro desde siempre un caserío importante y así se deduce de los pasajes que hemos extraído de los libros de actas municipales. Su manantial era muy codiciado, y a él se refieren algunos permisos de utilización otorgados en 1856 y posteriores. En los años que van desde 1850 a 1920, hemos encontrado varias referencias a la cantera que había en sus inmediaciones, de la que se sacaba piedra para la fabricación de cal. Los árboles eran abundantes en sus cercanías. Una curiosa cita de 1782 narra que la leña obtenida en Lechumborro era donada como limosna al convento de los PP.Capuchinos de Fuenterrabía.

 

En 1784 este caserío era propiedad del clero local, y la renta del mismo estaba destinada para el gasto de la novena de los dolores de la Madre de Dios, que todos los años se celebraba en la parroquia de Irun. (Omitimos el jocoso comentario que el malogrado A.Aramburu hace al respecto en uno de los escritos que hemos consultado).

 

El caserío, como otros, estuvo en posesión del goce de un desembarcadero existente tras entrar por el puente de Mendelo o Zubimusu, donde llegaban las gabarras para la descarga de abonos, hasta con media marea.

De sus moradores sabemos que, a mediados del siglo XIX, estuvo regentado por Vicente Zuzuarregui, y su actividad era importante.

Según datos encontrados en la Contribución del Culto y Clero de 1860, cosechaban 24 fanegas de trigo, 50 de maíz y 3 de alubias. Se contabilizan también 12 cargas de sidra.

 

En 1861 aparece como propietaria Doña Mª  Ignacia Urrutia y como colonos José Vicente Zuzuarregui y Fernando Arreche

 

El último de sus inquilinos fue Pedro Peña, que alternaba las labores propias del caserío con las de sidrero. La manzana era acarreada por bueyes hasta su lagar y la sidra obtenida volvía en grandes barricas con sus propietarios.

El cobro lo hacía siempre en especie, por lo que en Lechumborro nunca faltaba una "kupela" del preciado líquido.

Una historia que hemos oído repetidas veces sobre este caserío es que, al encontrarse precisamente en la "muga", parte del mismo, concretamente la cuadra, se encontraba en terrenos de Hondarribia, en tanto que la cocina estaba en el lado de Irun. Parece ser que fue este detalle el que determinó su registro definitivo en nuestro municipio.

Prueba de cuanto decimos es que en terrenos del caserío, apareció tras su derribo, un antiguo mojón que dará pie a curiosa historia de nuestro querido Barrio y del que nos ocupamos en un otro apartado de nuestra página.

 

 

Trabajadores del Ferrocarril en la puerta del caserío Lechumborro,

 hacia el año 1920. Los niños son Manuela y Pedro Peña Loidi y Nicolás de Lechumborro.

Foto Archivo Municipal de Irun.